sábado, 30 de mayo de 2009

Yató griyilié

Dicen que Paris se parece mucho a Buenos Aires y eso debe ser por un solo motivo, es asi.
Llegamos a la estación de París solo con un par de direcciones, mapa y gps en mano. Fuimos al primer hostel de nuestra lista en un lugar que, si paris es buenos aires, era once. Afortunadamente no habia lugar. Fuimos al otro que estaba a unos 2 kms de caminata pero tampoco tenia lugar. O al menos no para argentinos. La conversación fue la siguiente:
Do you have reservations?
No.
Where are you from?
Argentina
There is no place
Preferimos pensar que realmente no habia lugar ya que la mina tenia la mejor onda, nos dejo quedarnos un rato y nos llamo a una amiga de ella que alquilaba departamentos por dia. Quisimos usar la compu pero no pudimos. Llego la mujer y nos dirigimos a su departamento. Fuimos charlando un rato y nos confio que teniamos cara de ser buena gente y que no tenia problemas en alquilarnos el depto. Finalmente llegamoy al entrar buscamos cuartos inexistentes. El lugar tendria un espacio de unos 15 ms2 con un sofa cama para dos y uno dormiria en el piso. Habia una sola pileta que la compartian el baño y la cocina. Como estabamos cansados y ya era dificil conseguir otro lugar y este era mas barato que los hostels que teniamos en vista, decidimos quedarnos. Ese dia aprovechamos para lavar algo de ropa y recorrer un poco la ciudad caminando, si bien estuvo bueno ver muchas cosas. Haber caminado unos 20 kms en todo el dia fue realmente agotador. Fuimos a Notredame para no encontrar el campanario, como era domingo justo habia misa, nos quedamos un ratito y nos fuimos rumbo al arco del triunfo, pasando por el louvre que ya estaba cerrado. Al acercarnos vimos que habia personaitas en la cima, como ya era de noche, la vista desde arriba deberia ser excelente. No nos equivocamos. Compramos los tickets siempre felices con nuestra ISIC, subimos escaleras que no parecian terminar mas, en comparacion con la torre eiffel, serian algunos peldaños.
En la terraza se podia ver todo paris, las diagonales que nacen en el arco y las construcciones mas importantes. La torre eiffel se lucia a lo lejos inspirando respeto.En ese momento me di cueta que paris no es una ciudad para no venir acompañado. Parejas por doquier recordaban aun mas a quienes no estaban. Dejando la nostalgia gracias a celulares que acortaban la distancia pudimos disfrutar de la vista.
Finalmente la torre se ilumino y era el unico punto que parecia interesar de la ciudad. La gente se acomodo en el mismo lado del arco para ver el monumento. Minutos mas tarde luces intermitentes colmaron la totalidad de la torre y el asombro fue masivo.
Habrían pasado 2 hs cuando decidimos emprender el regreso a pie. En el departamento nos esperaban (aun para cocinar) unos fideos con mejillones y era lo unico que nos motivaba a continuar. A partir del dia siguiente nos moveriamos en metro. Al llegar, cocinamos y disfrutamos el exquisito plato, para quedarnos dormidos casi inmediatamente.

El segundo dia en parís una visita obligada nos estaba esperando, el Louvre. Fue asi que nos levantamos, caminamos un par de cuadras pero teniendo en cuenta la experiencia del dia anterior, terminamos comprando pasajes en subte.
Como estabamos en la terminal de trenes y ya no nos quedaban medios de transportes comprados desde casa averiguamos para comenzar a usar nuestro querido Eurail. Fue asi que nos llevamos nuestra primera sorpresa, como los trenes que llegan a Paris son casi todos de alta velocidad hay que reservarlos y eso tiene un cargo, el monto era de 26€ cada uno, sin el pase de eurail salia 86. Merci. Nos dimos media vuelta y nos fuimos. El dia anterior unos españoles nos habian contado que habian pagado 40 euros ida y vuelta bruselas paris. Como teniamos que hacer solo la ida, el precio deberia ser parecido al de la reserva. Mas tarde averiguariamos. Nos fuimos al museo.
Llegamos y en la caja habia un cartel donde indicaba que el descuento por estudiante era solo para europeos. De todos modos al llegar con la cajera, le dimos nuestras ISIC, le preguntamos si hablaba español y contesto muy simpaticamente “un poquito”. Vio las tarjetas y nos dio los tickets gratis, es que en ningun lugar pone que somos argentinos. La felicidad era mucha, nos acabábamos de ahorrar 9€ cada uno (por 3 por 5, es mucha plata!!!!)
Una vez dentro del museo, armamos un recorrido, marcamos el punto de encuentro por si nos perdiamos y empezamos a caminar. Como Gabi recorre las salas más rápido que Ema y yo, siempre nos terminamos separando, por eso la importancia del punto de encuentro.
El museo es muy lindo, tiene obras de todas las culturas, si también son bastante ladrones y está muy bien organizado. No se si será porque iba con más espectativas que a otros, pero no me termino gustando tanto como por ejemplo el Británico, no es que diga que es feo, al contrario, pero a lo mejor el renombre hace que parezca menos de lo que realmente es.
Como decia anteriormente, tiene obra de muchas culturas, pero saben de quienes son uno de los que mas tienen? Adivinen. Yo creo que ya se habran dado cuenta. Sino les digo. Egipto. Hay dos pasillos repletos de cosas de Egipto. Si bien estan mejores cuidadas las cosas que en el de El Cairo, no deberian estar ahí. De hecho en el Louvre hay un arca del templo de Etfú (donde estuvimos hace casi un mes). Este dato no sería importante si no se cuenta como la consiguieron los franceses. Resulta que les prometieron a los egipcios llevarse el arca para repararla, pero al momento de devolverla les dieron una imitación!!! Y ahora el arca está en París. Lo más curioso es porque no reclamaron los egipcios que le dieran la original una vez que se dieron cuenta! Otra cosa que tienen los franceses en el medio de París, es el obelisco más grande de Egipto, sí, está en el camino desde el Louvre hacia el Arco del Triunfo. Ahora la pregunta es, ¿Tenían que llevarse el obelisco más grade?¿Justamente ese? ¿No era suficiente con llevarse simplemente uno?
Volvamos a nuestro recorrido por el Louvre, más allá de la gran cantidad de obras, ya sean lienzos, esculturas, bajos relieve, los salones del palacio, la corona de Luis XV (esperaba una corona mas lujosa por tratarse de ese señor) y hasta la mismísima Venus de Milo, hay una obra que uno no puede dejar de ver, la Gioconda. Probablemente una vez más la fama termina opacando la belleza de la obra. Si no fuera porque está ubicada en todo un muro, con 150 personas en todo momento con 3 guardias a los lados y bajo 5 capas de vidrio, podría pasar desapercibida. Pero no es asi. Muchas veces lo importante no es ver la obra en sí, sino sentir al artista a unos centímetros del mismo cuadro, a la misma distancia que uno se encuentra en ese momento. Imaginar las pinceladas, sentir sus dudas, sus emociones, quizas el fastidio de hacer un trabajo nada más que por el dinero, la energía de su espíritu concentrada en su obra. Recrear la habitación donde el retrato fue concebido, que seguramente distaría de una sala de 80 ms2 por 6 ms de alto, con 250 personas inmóviles frente a algo que todavía no existía.
Después de ese momento de transe donde se siente al artista dar vueltas por esa sala, segui mirando la obra, sacando pocas fotos y guardar en mi mente ese momento y esa imagen. Vetas que la cámara no podrá sacar, pinceladas que se perderán, olores que no se podrán guardar. Sin embargo estaban aquellos que se acercaban sólo para tomar la foto e irse sin mirar nada. Para peor sacaban fotos con flash, lo que está totalmente prohibido por el daño que le hace la luz a los colores. La gente hace caso omiso de esta prohibición y lo que sucede es que finalmente lo que se prohíben son las fotografías.

Una vez más nos echaron del museo, a las 18 cierra, a las 17:30 comienza la evacuación. De todas formas habíamos visto bastante y podíamos volver otro día. No fue así, pero la visita fue más que buena. El próximo destino era la torre Eiffel.

Fuimos caminando hasta la torre. Por más que la distancia fuera corta, nada es cerca en París. Llegamos, sacamos un par de fotos desde abajo e hicimos la cola para subir. Ya faltando 5 minutos para sacar la entrada comenzó una lluvia bastante suave. Pero el cielo prometía que eso no sería todo. Nos fuimos y como una promesa es deuda. Una lluvia torrencial se desató. Habíamos tomado una buena decisión y volveríamos mañana. Nos volvíamos para el departamento a cocinarnos algo y a descansar. Antes de llegar, paramos en el hostel, donde supuestamente había mucha onda, y lo habíamos comprobado la noche anterior, que pasamos super cansados y dijimos mañana venimos. Ese día no habia nadie. Volvimos a nuestra casa temporal y nos fuimos a dormir. Habíamos dejado para el día siguiente la torre, pero como queríamos ir de noche, durante el día iríamos a un parque, pararíamos en el cementerio, para luego ir a la otra punta de la ciudad a un lugar llamado La Defensa y finalmente intentar que no lloviera para subir.

Ese día visitamos dichos lugares. Un parque muy lindo que estaba cerca del departamento. Caminamos hasta el cementerio, lo cual no me entusiasmaba mucho, pero como hay varias celebridades parecía interesante ir. En el trayecto Gabi se compró una “hermosa” camisa china por 2€. Creo que lo hizo sólo porque estaba barata. Como suponíamos el cementerio fue bastante deprimente, visitamos las tumbas que queríamos y nos fuimos lo más rápidamente posible.
Fuimos para la defensa que imaginaba como un lugar medieval, nada más alejado de la realidad. Edificios ultra modernos, con diseños de vanguardia constituían un centro de oficinas inmenso, Almorzamos en una escalinata con un paisaje increíble y fuimos para la torre.
Al llegar, sacamos un par de fotos e hicimos la cola infinita para entrar. La entrada por ascensor salía 11 y por escalera 7. Obviamente fuimos por escalera. En alguno de los 1500 escalones que tiene, nos acordamos que la torre Eiffel, fue el edificio más alto del mundo cuando se finalizó y uno de los mas alto hasta la actualidad. Afortunadamente la torre tiene 3 pisos y desde el segundo al tercero se sube obligatoriamente en ascensor. En el primero y segundo con la excusa de sacar algunas fotos a la ciudad recuperamos el aire. Sinceramente la vista era mejor que la del arco. Ahora sí podíamos ver casi cualquier punto de la ciudad, y entre piso y piso nuevos puntos aparecían a medida que los detalles se perdían.
Al llegar al tercero, la sensación es casi indescriptible. Ahora sí, parecía que ningún punto de la ciudad pudiera ocultarse de nuestra vista, pequeños autos circulaban por finos trazos de asfalto y puntos en el piso sacaban fotos a una torre que desde alli no se pensaba tan alta.
Dimos una vuelta alrededor del centro y nos quedamos en el punto más occidental para ver el atardecer, pero el sol no se ocultaría en el horizonte, sino detrás de la única nube que tenia de blanco al cielo.
Avanzaba la noche y las luces artificiales iban iluminando lentamente la ciudad. Pequeños puntos amarillos aparecían por doquier y una nueva magia llenaba la atmósfera de parís. Cuando la noche llegó al punto máximo de oscuridad, parecía que nos encontrábamos en un nuevo sitio y debíamos descubrirlo. Una nueva ronda alrededor de la torre deteniéndonos para sacar fotos a nuevos viejos edificios finalizarían nuestra estancia en la cima.
Bajamos siendo los últimos en hacerlo por escalera y nos volvimos para nuestro departamento. Al alejarnos veríamos, sin saber, por última vez a la Torre Eiffel.

Nos despertamos en nuestro último día completo en París, la mañana siguiente tendríamos que dejar el edificio y aún no teníamos pasaje a Bélgica. Fuimos a la estación de micros y compramos el pasaje, como expliqué anteriormente era más rentable viajar en este medio.
No habíamos planeado nada para esa tarde más que la posibilidad de ir al Palacio de Versalles, así que sacamos el boleto en el subte que luego se convierte en tren y fuimos para allí.
Al llegar y tener la primera vista del edificio uno queda sorprendido y entiende la majestuosidad del imperio francés, y en una segunda reflexión, por qué el pueblo terminó matando a todos los habitantes de esa casa.
Una vez dentro uno espera encontrar lujos y detalles exquisitos dignos de un palacio, pero parece que nos habíamos olvidado de que este no era un palacio cualquiera, y nuevamente estábamos boquiabiertos ante tanta magnificencia.
Recorrimos sala tras sala, empezando con aburridos retratos de personajes históricos, pero luego entraríamos en las diferentes habitaciones, pasando por salones explícitos para cada tarea los gobernantes, incluyendo desde la iglesia hasta un cuarto para orgías, en realidad el audio guía decía algo así “Nos encontramos en la sala de los placeres donde el rey otorgaba tres fiestas por semana, el exquisito y comida acompañaban intensos placeres en las noches del palacio”. Seguimos con la sala de los espejos, y las cámaras del rey y la reina. Parecía, o mejor dicho, era, que a ningún rincón le faltaba detalle decorativo.
Al salir, nos dimos cuenta de que Luis XIV no se conformaría únicamente con semejante palacio. Inmensos jardines que se mezclaban con canales de agua del mismo tamaño colmaban la vista desde la mansión del rey. En una caminata de una hora y media o dos, recorrimos gran parte de los interminables jardines ahora convertidos en parques. En el más lejano una fuente de agua nos dio mucho entretenimiento ofreciéndose como pista para jugar al sapito.
Volvimos y cenamos, Ema y yo comimos una lata de ravioles, si si lata, de 2 euros cada una, y Gabi una lata de algo parecido a un guiso de lenteja a uno con cincuenta. Como estoy escribiendo esto diez días después puedo decir que estamos a salvo.
Sonó el despertador, almorzamos y a correr de nuevo a otra estación. Dejaríamos París y un par de horas más tarde Francia. Ya no estarían ni el arco de triunfo ni la torre Eiffel para recordarnos que esa ciudad no era Buenos Aires, lentamente la felicidad de visitar un nuevo país iría quitando el sabor amargo de dejar nuestro lindo hogar de 4 días.

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